viernes, 22 de julio de 2016

"MARIA ANTONIETA"

María Antonieta.
La princesa Austríaca llegó a Francia en 1770 para casarse con Luis Augusto, futuro Luis XVI.
Sin amigos en la corte, sin hijos y vista con recelo por una corte hostil, se volcó en la ropa como estrategia de supervivencia y medio de apuntalar su prestigio.
Puso en marcha una "autentica revolución de la moda".
Rechazó usar el corsé, y tras aprender a montar a caballo desechó las faldas largas de amazona para vestir calzones masculinos y redingote a fin de montar a horcajadas, atrayendo inmediatas criticas.
Peinado POUF.

Cuando su marido fue coronado rey de Francia en 1774, todos los ojos estaban puestos en ella y su nuevo peinado el POUF, con le pelo totalmente empolvado, un estilo que no tardó en ser emulado por toda la sociedad francesa.
La reina experimentaba con llamativos conjuntos y hacía viajes semanales a París para verse con los costureros mas famosos.
Rose Bertin (1747-1813)
Costurera de la Reina



Rose Bertin (1747-1813), se convirtió en su estilista de confianza.

Vestido a la Polonaise
En 1780 puso de moda su provocativo vestido "a la Polonaise", con un cuerpo que elevaba el pecho y una falda que descubría los tobillos, las faldas volvían a abultarse por detrás, las medias mangas se mantenían ceñidas y rematadas con un volante.
 Este nuevo estilo fue adoptado de manera simultanea por las cortes francesas e inglesas.



Chemise a la reine
Hacia finales de la década de 1780, había cambiado completamente de estilo. Agravió a sus súbditos franceses al adoptar modas anglo filas, con vestidos muchos mas sencillos y ligeros.
Escandalizo a los cortesanos con sus finas Chemises a la reine, laxa mente ceñidas en la cintura.
Sin paniers, la tela se amoldaba al contorno de las piernas.
Su atuendo de campesina se completaba con un amplio sombrero de paja ladeado en cualquier angulo imaginable. Esta tendencia fue condenada por la sociedad francesa, pero rápidamente copiada.
A través del vestido transmitía un poder absoluto; era una reina que vestía como le apetecía, sin que importase el precio.
Sus enemigos de la corte propalaron toda suerte de rumores sobre su irresponsabilidad financiera y su adicción a la moda, y para la Francia revolucionaria su vestuario llego a simbolizar la traición al pueblo.
En 1793 subió al cadalso con una camisa blanca nueva, innovadora y copiada por plebeyas y cortesanas por igual.
Fue reina de la moda hasta el fin.

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